Vida subió en un tren a las dos de la tarde. Su destino era la felicidad. Llevaba planeando ese viaje desde hacía meses. Iba a ver a una amiga después de estar hablando solo por redes durante bastante tiempo. Pensaba en todas las cosas que podrían hacer. Ir al centro a tomar algo, meterse a una sala de cine a ver la última película de miedo que hubieran puesto en cartelera, comer helado sentadas en un parque, correr por la ciudad gritando como descerebradas, emborracharse hasta la extenuación... Podrían conocerse e intimar más allá de todos los planes que le surgían. Podrían no dormir y tirarse hablando de todo lo que les mueve durante la noche. Podrían saltar encima de la cama e incluso hacer una competición para ver quién llega más lejos. Sería el mejor día de su vida y lo tenía tan claro que subía cantarina a su medio de transporte para emprender un largo y aburrido viaje hasta llegar al momento que llevaba esperando tanto tiempo. ... Corazón sale de la estación a las cinco y