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Trenes. Relato breve.

 

Vida subió en un tren a las dos de la tarde. Su destino era la felicidad. Llevaba planeando ese viaje desde hacía meses. Iba a ver a una amiga después de estar hablando solo por redes durante bastante tiempo. Pensaba en todas las cosas que podrían hacer. Ir al centro a tomar algo, meterse a una sala de cine a ver la última película de miedo que hubieran puesto en cartelera, comer helado sentadas en un parque, correr por la ciudad gritando como descerebradas, emborracharse hasta la extenuación... Podrían conocerse e intimar más allá de todos los planes que le surgían. Podrían no dormir y tirarse hablando de todo lo que les mueve durante la noche. Podrían saltar encima de la cama e incluso hacer una competición para ver quién llega más lejos. Sería el mejor día de su vida y lo tenía tan claro que subía cantarina a su medio de transporte para emprender un largo y aburrido viaje hasta llegar al momento que llevaba esperando tanto tiempo.

...

Corazón sale de la estación a las cinco y cuarto de la tarde. Lo han destrozado en pedazos y tiene que luchar para recomponerse. Pertenece a una vida rota por el desastre de una mente que no quería compromisos. Tenía razones para avanzar, pero solo quería desaparecer durante unas horas con la música y un libro acompañándolo en el viaje. Todas las palabras feas que se le ocurrían en ese momento no habían salido de su boca para discutir, ni siquiera quería pensarlas en voz alta, porque temía que se hicieran realidad sus deseos. No quería dañar a otro corazón, pese a necesitar más de un asiento para sus decepciones. Le dejaron subir a ese vagón junto a la tristeza, y se casó con ella en silencio, para hacerle preguntas y ser dirigido hacia la alegría. El mejor amigo de ella era el miedo, y la única amiga de ese corazón era la ira, que no iba a parar hasta acurrucarse a su lado y hacerle explotar. Ese corazón se bajó del tren a las siete y media, dejando una estela de lágrimas incomprensibles. Se fumó un cigarrillo al llegar a su ciudad y caminó a paso tranquilo hacia su morada. Era muy joven como para perder el tiempo y la ira le había ayudado en persona.

...

Lo primero que hizo ella nada más llegar fue abrazar a su amiga como si quisiera romperle las vértebras. Ambas comenzaron a besarse, llevadas por la emoción del momento. Ni siquiera habían hablado de algo así, pero no tenía ataduras y simplemente quería disfrutar del que se había prometido sería el mejor día de su vida. No pensaron en ningún momento en los corazones que dejaban atrás y avanzaron hacia una cafetería llena de pasteles y galletas con las que deleitarse. Una vez salieron, decidieron entran a una tienda y llenar una bolsa de botellas para abrazarse de madrugada. Se les olvidó lo de ir a bailar en una pista como locas y lo de arreglarse dándose consejos de belleza. Prefirieron despeinarse y coger un boli y un papel para escribir los sueños que querían emprender. En esa libreta escribieron: hacer un viaje juntas a otra parte del mundo, estudiar y aprender idiomas, jugar a todos los videojuegos que se encontraran por el camino, contar mil historias, e incluso les dio tiempo para inventar que dejarían de fumar y serían más responsables. Prometieron que se alejarían un poquito del mundo de las redes y se recordarían a menudo que el mundo real es el que están viviendo. Dejaron claro que a partir de ese momento no dejarían de verse pese a la distancia, pues la vida es muy corta y nunca hay que pensar en lo que se deja atrás. Amaron soñar, porque es gratis y no querían que se lo quitara nadie. Este tren sí tenía parada. Por fin había llegado a la felicidad.

...

Corazón coge un tren a las diez de la mañana y tras pensar mucho, lee la historia de dos personas que comenzaron hablando en una red social. Nunca hablaron de su sexualidad, solo parecían las típicas mejores amigas. Parecían dos chicas solitarias en el mundo real, y por eso recurrían a internet para tener a alguien con quien charlar. Una se llamaba Vida, y la otra Amor. Un día, por fin decidieron quedar para verse. Vida se recorrió un par de comunidades en un tren algo viejo, tardando varias horas en llegar a su encuentro. En vez de darse un abrazo y dos besos, o de quedarse alucinadas por el hecho de verse, Vida tiró la maleta y se besó con Amor. Esa noche decidieron escribir todos sus sueños y emborracharse. Al final, el autor de la historia escogió un final precioso para ambas. Se las llevó a bucear con delfines en sus primeras vacaciones juntas. Estudiaron juntas en la universidad y aprendieron a hablar inglés e italiano. Luego emprendieron un negocio de viajes en globo y se hicieron exitosas, e incluso se casaron y formaron familia.

Ese final conmueve al corazón, que debe parar en su estación, para emprender un nuevo vuelo. Corazón reconstruido, tú ya no eres hielo, y las cenizas se esparcen... 


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